martes, 17 de julio de 2012

Leticia Ressia






Pulsiones


Sé cargar un arma, también apunto y disparo/Conozco el peso del calibre 22 /la forma del arma es la forma de mi brazo/La manera de escribir en el agua con la sangre de los patos muertos/Nadie sospecha que detrás de mí nombre/habita, como en todos/una asesina/He visto la muerte en las plumas que flotan en el aire/cuando el animal se sacude al momento del impacto /La veo en la caída de la paloma desde la rama más alta con el pecho abierto de una pedrada/ y la vi en mi abuela durante años y de tanto mirarla, la maté de vieja.

Sí.

Morir es también ver morir/y me acuerdo del gato que murió enfermo/ y de mi tío en su cama, mirándome y sabiendo como yo/que ya no habría otro día en que pudiéramos vernos y darnos fe /Morir es saber que podemos matar/romper el rito cotidiano sabiendo que uno es un arma letal/que el cuchillo que corta el tomate puede rebanar la garganta y el viento/que entró por la ventana antes de decidirte a cruzar la línea.

Hay en la ciudad, algo que /constantemente/invita a morir y matar/
como las colas en los bancos y sus cámaras de seguridad apuntando,
gatillando sobre mi rostro miles de veces/y sabiendo /violentamente /que nunca tendré en un mes /veinte lucas ni ganando una línea del telebingo cordobés.

Otra vez la línea.
Y pienso en el pobre gaucho cuando llegó la propiedad privada con el alambre/en la línea de frontera que arrojó la muerte sobre las lanzas de Calfucurá.

Siempre, de uno y otro lado están los que matan y los que mueren/La línea te violenta /la línea ejerce una indescifrable tensión sobre nosotros todo el tiempo/Ver morir simplemente es no ver nada/o mejor/ver todojunto/una aprehensión de la totalidad por unos segundos /antes que se desvanezca la nube/antes de que se vaya al fin/la ira.




El Fauno


El animal que criaste en el fondo
atado al tronco de la acacia
ha desbordado los muros del patio,
no podrás asomarte más a la puerta
para tirarle las sobras del almuerzo
ni acariciarlo con un palo
como a un hijo al que no se quiere.
Simplemente, ha crecido.

Una mortal culebrilla es lo que dejó
el paso de la cadena por el tronco
una monotonía circular imposible
que le dio el ejercicio para odiarte.
Aún te teme.
Sospecha que una de estas noches
ya dormido
vienes a liberarlo.




3 comentarios:

  1. Excelente texto de “la Ressia” no mucho menos a lo que nos tiene acostumbrados… valoro mucho esa cota de humor pensante y absurdo tino de hacernos ver para adentro, un fuerte “clap-clap” y ha seguir sorprendiéndonos con tu poesía…

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  2. Hermosos textos de Leticia, que nos sorprenden y nos apuntan al rostro. Se me hace un nudo en la panza. Un abrazo

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  3. Marco y Laura, gracias por leer y por comentar.

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