lunes, 23 de marzo de 2015
Laura Mazzocchi
Oasis
La belleza, lo sabe la equilibrista,
sólo brillará lo que dure el reflejo de su caída.
María Negroni
Las nubes de eternidad emigran,
la errática luz de agujerear un cuerpo y desarmar
no más que eso, que la especie ansiosa
Se fue la herida, un movimiento tibio de la familia
que se despereza, barniz de pensarnos como una aldea desigual
Todo un gesto. Una fauna descontrolada,
pasión de arena donde la encuentro,
se parece a una lágrima, al refugio de ver,
se parece a todo lo que es mientras sonríe.
a Florencia Badaracco
lava los ríos de su memoria
como soplándole un secreto al fuego,
a eso que se consume y se llora como fuego
es feliz como se puede ser en las tierras quemadas
sabiendo que algo crece
el horizonte se desdice
en una noche que quiebra la música
como si se tocara, como si se pudiera rajar su piel y amarla
un simple surco me llevó; no sé la luz: el tiempo lo fabriqué yo
si se pudiera enterrar un río, quemar su vestigio
y llegar a lo que hay que llegar
escribir debajo de mí como una tormenta que sube
De Animal musical (inédito)
martes, 10 de marzo de 2015
María Eugenia Simionato
La noche crece como un río solitario
Voy a acomodarme
en el espacio que separa
tu palabra de la mía.
La noche crece como un río solitario
y me pregunto:
¿Quién podría asegurar si no es tu ojo o el mío
el pez valiente saltando
al otro lado del insomnio?
Una paz insostenible
Hemos caminado y hemos visto el movimiento del lago
en la quietud de las piedras,
y en las antiguas cenizas que cubrían la tierra
en medio del bosque,
sentimos el olor de los senderos oscuros.
No sé si lo recordarás, pero esa tarde te miré,
mientras el sol estallaba en nuestras manos,
como si deseara la aparición
de un animal feroz.
Todavía me pregunto
entre la inmensa sombra del alerce
y el polvo que dejan los caminos en el aire:
¿Quién no ha deseado un aullido,
algo que erice la piel del agua,
un viento desordenando
la claridad del paisaje?
Porque en el fondo sabemos,
que detrás de toda calma,
hay una paz insostenible.
En otro sueño
Antes de amar
debería uno haber sentido
el roce de la lluvia
sin necesidad de descifrar
el recorrido de una gota
debería uno prescindir
del "esto es"
o "de esto se trata"
o "por ahí va"
nadie sabe adónde va
cuando entra en otro sueño.
sábado, 7 de marzo de 2015
Marina Coronel
aquí
jugamos todo el
tiempo a ser letales
Eugenia Segura
Salvaje
Cansado
de esperar la señal previa a la tormenta,
empieza
la carnicería del caníbal contra sí mismo.
Con una
mordida de miedo,
manotazo
ahogado en medio de la noche,
arremete
sobre su carne,
reduce
uno a uno sus huesos.
Como un
signo ilegible
devasta
su desnudez
y
tiembla
al mismo
tiempo que el incendio
se
apaga.
Sepia
Tengo un
miedo ancestral hacia las sogas.
Desde
hace mucho me persigue el temor por las cosas que atan,
tal vez
porque nunca entendí lo que me mantuvo sujeta al abandono,
al igual
que la hamaca de una plaza
inmóvil
en la brevedad del minuto,
en el
hábito de anochecer.
Las
plazas en la oscuridad pueden ser muy siniestras.
El pasto
pisado intenta una resurrección que no concluye,
el
subibaja se adhiere al piso con la insistencia de una ventosa,
la
calesita quieta,
el perro
dormido bajo el pasamanos.
Todo
puede ser albergue para el desatino,
incluso
en un lugar sin paredes.
El
tiempo ensaya una geografía distinta para cada historia,
una
escala arbitraria donde se encarnan los traumas,
ademanes
y herencias.
El
terror busca la salida en un fondo que no conoce.
La
violencia de las fobias tiene ese tono
de las
fotos viejas.
De Cartografía, Ediciones en Danza, 2015.
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