La pelusa de las flores
cae
como la nieve.
Por encima
de los sonidos
que hacen
los pescadores
se escucha
la llamada
del shofar.
Mi cabeza oscila
como
la cuerda
de una hamaca.
Llueve en la tierra,
Señor.
Ella está acostada
en el barro
y sabe bien
que
las madres
gobiernan.
Blanco
de lluvia.
Blanco
de salvación.
Ella duerme
en el barro.
Los vientos cambian,
ilegibles:
ser hija
y estar presa
son lo mismo.
En el aire
de mediodía
–que era
un desmayo–
alguien
encendió
la chispa
y ardió
todo
el campo.
¿Qué fragancia?
¿Qué viento?
¿Qué esperanza?
No quedó nada.
Los animales
no logran comprenderlo
y regresan
como si dijeran
dónde está el hogar.
¿Cómo fue posible
la vida?
Todo era diferente
el otoño pasado.
La tierra
se comportaba
como si nada malo
pudiese ocurrir.
Solo hicieron falta
una chispa
un viento
una nada.
De Templo de pescadores, Alción, 2013.
Es exquisito leer estos poemas... Qué bueno encontrarla en el blog.
ResponderEliminarqué buenos!
ResponderEliminarQué libro por Dios!!!
ResponderEliminar