jueves, 6 de junio de 2013

Eduardo Abel Gimenez








Es como contar hasta diez con los dedos,
y después hasta cien, de diez en diez, con los dedos,
y después hasta mil,
de cien en cien,
con los dedos,
y así hasta llegar a números para los que no tenemos nombre,
aunque sí dedos.

Es como medirlo todo en centímetros,
la distancia entre nuestros ojos,
la distancia entre las estrellas,
el tiempo, el miedo,
la velocidad de la luz,
la comodidad del sofá,
las probabilidades,
el calor necesario para sentirse en casa,
los granos de arroz capaces de llenar el estómago.









Seis por ocho

(Es muy importante leer esto rítmicamente, en riguroso compás de 6 x 8, marcando con los pies o una mano o la cabeza, dejándose llevar, permitiendo que se acumule.)
El
cable de acero no
tiene cuidado en el
sueño del mar. Y la
miel en el Norte se
pone violeta, no
cubre las nubes, des-
cansa en el único
pez del lugar. Una
tarde de enero hubo un
poco de paz pero
Celia se fue tan tem-
prano que el turno del
viejo cambió de re-
pente y temblaron las
rocas, despacio y se-
guras y siempre tan
plenas. Después se can-
só la tormenta. Des-
pués se cubrieron las
lunas igual que el de-
sierto. Después hubo
rondas de miedo y can-
ciones de ranas y
nadie sembró muchas
dudas. Vestirse de a-
zul, prevenirse de a-
yer, inclinarse de a
poco en la piedra más
triste debajo del
mapa ilegible. Hay
más ilusiones y
menos promesas y
más pararrayos y
menos caminos. Ju-
gaba con algo pe-
queño, con algo con
forma de dado. La
luz me engañaba. Cin-
cuenta palmeras cre-
cieron de golpe a la
entrada del club de som-
breros extraños. El...
(Se repite desde el segundo verso, "cable de acero no…".)








1 comentario:

  1. gRACIAS vALERIA:

    SELECCIONE EL PRIMERO PARA MI PROGRAMA DE RADIO DE MAÑANA SABADO.

    gRACIAS. ABRAZO. TULIO

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