miércoles, 4 de abril de 2012

Valeria Tentoni




Cartografía

La madre es los bordes del hijo.
Afuera hay un país limítrofe.

El hijo conquista la frontera
y reconoce el mundo
a fuerza de batallar
contra el cuerpo
contra la patria que es
su propia madre.

El primer llanto no es otra cosa
que un grito de guerra.




Sierva María

La que moría de rabia en una novela que leí de chica
sigue muerta en el mismo capítulo

entumecida por los años entre la memoria y la tinta,
detenida en la última punzada del alfiler
que sostiene la escarapela
(la patria poseída).

Entonces sigue muriéndose, esa
se muere mientras tanto las cosas
andan,
se muere todo el tiempo en el mismo párrafo, se muere
incansable
invariablemente, del mismo modo
cada vez, y todas las veces.

Y bastaría con abrir el libro y recomenzar,
y hacerse de un hueco en el sillón, contra la ventana,
encender el velador y poner la vista manca sobre las letras
para darle de nuevo vida y darle de nuevo muerte.

Y por nada de esto van a imputarnos.
Y por nada de esto nos acusa ninguno

a nosotras
las lectoras homicidas.



De Ajuar, Buenos Aires, Ruinas Circulares, 2011.


1 comentario:

  1. Ambos poemas proponen una fascinante perspectiva desde donde mirar y rever lo conocido. Me gustaron mucho.

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