Margarita
Si fuera
una flor carnívora,
mis reflejos
serían lentos.
Todo lo fundamental
se me escapa,
la brisa más leve
me desarma
no, el amor.
Soy incapaz de decidir
si hay pasión en la medida,
locura suficiente
en el envés del pétalo,
algo que valga la pena
en el lento deshoje
de la duda
cuándo será propicio
confesar el lugar
donde la flor
se sobrepone
a la tempestad.
Diálogo entre anatomistas
En la mesada
del theatrum anatomicum
a plena luz de la evidencia
en un perfecto y limpio
tajo sagital
abierta en dos
posa
como una res
muslos de par en par
como de parto
como en el amor
late
contra el frío del mármol
y ni una gota de sangre
derramada por la carne.
Para mayor escarnio
los maestros dudan
y en las gradas debaten
los estudiantes, la chusma:
¿Cuál es la parte que la salva
y cuál la que la mata?
Monólogo de la cautiva
Soy de otra tribu
no pertenezco
a este mundo
pero su idioma
es el señor
de mis sueños.
Olvidé
mi antiguo nombre
la innata manera
de mirar las cosas.
Sólo despierta
oigo en susurros
mi lengua natal.
Sangre
Intento ser
la tempestad
su calma previa
noche que mece al día
diosa en dolor de parto
sin alumbrar la gloria
sólo mis dedos
tiesos
carne lavada
piel de piedra
y unas gotitas
de sangre
tan discretas.
De Casa de Diálogos (inédito).
Me atrae mucho el título, Casa de diálogos, y la sensible exploración de sus posibilidades a través de cada poema.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Gustavo, por leer y comentar los poemas de Silvia. Saludos.
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