domingo, 23 de octubre de 2011

Germán Machado Lens


 

HEMATOPOYESIS


Entre los huesos planos –
el esternón, las costillas,
las vértebras, la pelvis –
la poesía tiene
su medular empeño:
allí nace la sangre,
desde allí es que nos dice
lo que duele.


PREHISTORIA


¿Qué había antes de la sangre:
aire, agua,
la tierra azul, minerales?

¿Qué prometía este destino de animal
con su agobio, ignorancia,
necesidad salvaje?

Silencio en el silencio:
magma, viento,
la corteza terrestre,
espacio en el espacio.

Hubo luz y calor, y en el cieno dormía
el plasma de la historia:
celdillas de futuro,
conjuntos celulares.

Violencia en la violencia:
el animal se alzó,
batió sus alas,
reptó,
las branquias se agitaron, anduvo
paso a paso, pesuñas,
gesticuló el asombro con sus dedos,
dio señales con sus manos,
derramó su mirada sobre los peñascos,
el desierto, la selva, el cauce de los ríos,
la orilla de los mares.

Antes de la sangre hubo la semilla,
y en la semilla voces
convocaron palabras.

Pero no hubo una palabra antes de la sangre.



ORÍGENES


Si escucharas atento
los latidos de tu sangre
podrías oír el ruego
de una estrella lejana
que aún ilumina el cielo
aunque ya se ha extinguido
y es una luz fantasma.

Del polvo de una estrella
se originó la voz
que ahora arrastra la sangre.



LAS CENIZAS DE SERVET


Teología de la circulación pulmonar,
fisiología de la encarnación del Logos:

La sangre lleva el alma
por todo el cuerpo
y los pulmones limpian
los vapores oscuros
tiznados del hedor
que flota entre columnas.

Eso está escrito.

Y por eso, una vez, los católicos
lo quemaron en efigie.
Y por eso, otra vez, los protestantes
lo quemaron en persona:

Lo ataron y lo llevaron a Champel
en Ginebra, y allí
lo sujetaron a una estaca
y lo quemaron vivo junto a su libro,
y crepitó la sangre –
el jugo venenoso –
y el aire se llenó de cenizas.

Aire fuliginoso, irrespirable
en esos siglos
y en estos.


De Hemograma completo, Montevideo, Uruguay, 2008 (inédito).

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