Esperando
la nieve
a Glauce Baldovín,
in memóriam
Todos
dicen que va a nevar en la ciudad.
Todos
quieren ver en la nieve algo nuevo,
algo
raro y ligero porque
no
sabríamos convivir con eso. El rostro
del
otro es nuestro rostro y el hielo de la nieve
lo
refleja. Pero nunca cayó. Sólo piedras
de
hielo y algo de la tempestad
que
destruyó a los árboles. La tarde
se
hizo noche y el cielo
me
develó el humor de los pájaros, la
tijera
de
una bandada ruidosa
buscando
dónde anidar.
Y
nada
que
no supiéramos –salvo volar–
nos
pasa. La nieve
cae
siempre en otra parte.
El
derroche es una ley
del
arte y de la naturaleza apaleada. Siempre
hay
tiempo, tibiezas
de
Barragán antiguo, enaguas de jerga,
lienzos
bordados por mi abuela
contra
la guerra que,
en
ese hacer sumida, florecía en la tela.
Flor
rebelada contra la nieve
que
había que cavar para ver la luz,
el
suelo fangoso que dejaba la pala
enterrando
la bala del cansancio
que
le hizo estallar una noche
el
corazón.
El
tuyo, el de ella. Se supone cordial
la
huella del pespunte, el hilván,
la
mirada ciclópea de la aguja, lo que cava
la
pala cuando siembra. El filo del papel
o
del hilo. Se supone cordial
entre
los yuyos donde se afila un lirio
no
pisar su destino de cuchillo
salvando
una parte
de
un día de pesar.
Del
peso del avatar, de ese mal
expresado
nombre
de
lo adverso. Reverso
del
candor, cuando te mata.
Marcas
de agua
A mi
nona Concepción, in memóriam
Marcas
de agua del ser gentil que trama
en
la piel la textura y en los ojos
el
mismo tinte, el tono que ascendiente
convino
a mi mirada y a mi vida
sin
tersas luces, sin la caricia fría
de
la más tersa luz.
Cómo
decirla.
Si
en la ternura hija de la esquirla,
no
de la esquirla como imagen vana
sino
de la real, la verdadera
parte
del hueso leso y lacerante
se
yergue, se rehace, se repara
como
hueso en el yeso,
como
escara
que
ha cosido la herida con un tajo.
Ella
soy yo.
Su
sino su manera, su don
y
su carencia. Los de afuera
de
palo, y los de adentro
de
su entraña. Huésped
pequeña
de su instante, grave
raíz
de su prodigio: ese momento
dove
ancora tu sei. Y yo me encuentro
con
tu ser de mi ser. En ese traje
de
tu ser
que
me cabe como un guante.
De Esperando la nieve, Ciudad Gótica, 2013.
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