domingo, 19 de mayo de 2013

María del Carmen Kril








Pieza íntima


Soy pequeña en la casa.
Doy vueltas al espejo
me acerco
me escondo en el placard
donde las camisas de mi padre
de brazos caídos
esperan la orden del color
para empezar el día.

Empiezo el día como un animalito ebrio
que conduce sin zapatos
la sombra     monotonía
de los placeres inalcanzables
duro ruego     verguenza antigua
al desear ser la otra
asida de las corbatas
como de una soga de salvación
que espera la orden
para terminar el día.

Termino el día     allí
sentada frente a la puerta
estatua de jabón bajo las axilas.

Los brazos se levantaron.
Me recogen en el aire.









Tono


Cuando ya nada tenga que hablar con los humanos
hablaré con los pájaros.
La pastilla de moda
aplacará mi locura en la tarde,
en la mañana.
Tendré alas suficientes
para sobrevolar el mediocre insistir
de los comunes.
Nada especial pasará por mí
que no haya vivido antes,
cuando jugaba desde el nido
a hacer tortitas de barro.
Nada especial ni diferente
que no haya vibrado en mí,
en el justo tono del canto de la infancia,
nada que su lenguaje no me haya dicho.

Cuando no pueda hablar con los humanos
volaré con los pájaros
hasta la locura de la tarde
desde la mañana,
buscando niños que miren hacia arriba
esperándonos para cantar,
para escribir.








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