Lluvia
conozco una de
las islas
hay lanzas
jabalíes
oscuros
terrones de tierra
lluvias
brillantes y tenaces
como el hacha
de un hambriento
en ella
nosotros
rostro contra
rostro
diente contra diente
Las
islas
en alguna zona
de mi ser
hay un
profundo jardín
prisionero de
un mar desenvainado
lo cruzan
vientos que huelen a río y a limo
a malezas
a lanzas
abiertas
a fuego
volteado por la luna
tibio jardín
camino
cuando creces
giras la
mañana
rompes la quilla del alba entre
las olas
El
tiempo
quiero otra
costumbre
una mudanza
oh tiempo
para templar
tus cuerdas
en un punto
antes de que
escribas theend
en la blanda
médula de este cuerpo mío
con los brazos
alzados
los pies sobre
las costas y los astros
del quemante
verano
quiero
cercarte
y enlazarte
oh tiempo
entre suelo y
cielo
para romper tu
mimbreral de lanzas
para
Ariel
brillaba el
día de la vida
maravillaba la
gente que podía caber allí
en manadas
solitarios
sentados
arrodillados en el gran cuarto
los colores
iluminaban sus gargantas
un coro cantó
palabras de
hombre
cantaban a tu
cuerpo amado
con cantos y
flores se amaina el silencio
quisiera
tiempo
para quererte
un poco más
pero la
segadora
olvidada del
ombú del verano
allanó y
siguió su camino
un gemido
rondaba los bancos de la plaza
eras de alma
de piel
de huesos
frescos
jugar otra vez
bajo los pinos
entre
gramillas
granza
piedritas
entre las
primeras lunas de las vidas
tener un poco
más
tu cuerpo
presente
sin olvido
De El día de la vida, Ediciones del Dock, 2012.
¡Gracias por publicar estos poemas!
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