martes, 18 de diciembre de 2012

Verónica Viola Fisher






Bicho mío


Eso que ves no son auriculares de walkman
fórceps disfrazados son
antenas de fuerza bruta que arreglan
cualquier corte
de circuito con un golpe de sangre
Escucho la frase
que me frena a cada paso
los hijos son buitres dice y
me interno en la caverna del espejo
llena de mí hasta el cansancio hasta decir,
los buitres serán mis hijos

Esto que ves no son labios
con el pico quiero besarte
lamer tus alas, bicho mío



De Arveja negra, 2005.






La organización de los elementos sonoros
hace al compositor. Para distribuir correctamente 
                             los gritos
del otro se debe conocer cada bolilla cada punto
débil, como uno mismo ese otro se retuerce en 
                             su instrumento
en el amor al aire o al arco guerrero que se agita
con más ferocidad que virtuosismo. Cuando te toca
tocar, el sentido se pierde en la piel del enemigo:
acompañar o estar al frente de la masa
sonora no es lo mismo, la quinta
fila de violines que el solista. El ataque
de cada nota debe ser letal.






Tatuaje sonoro


00000000 Aunque parezca un código de barras
el pentagrama tiene luz propia 0000000000000
00000000 una redonda es un coágulo de sangre
que al pasar por su nuca 0000000000000000000
00000000000000000000000000000000000000 suena

000000000 Siembra el círculo en cuatro tiempos
porque habrá otro 0000000000000000000000000000
00000000000 que remueva con martillo la dureza
y cultive la arena aunque nadie 00000000000000
000000000000000000000000000 coseche nunca





De Notas para un agitador, 2008.









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