miércoles, 14 de noviembre de 2012

Martín Palacio Gamboa





A veces
un idioma de ceniza
traza otras distancias de mapas y meridianos,
conjuga otras ficciones,
puebla la noche de quemaduras ácidas.
A veces
la sombra del caballo
y de su ahorcado hace mover los trenes
y trastorna a gritos
este oscuro sol de podredumbre.



De Lecciones de antropofagia, 2009.









el instante en que las puertas de los comercios dan paso a los leones
se asemeja a cuando, acomodándote el bretel, diste con la explosión
           de los grandes tubos catódicos que hacían de sostén a nuestras
           casas;
bauhaus ya no era un viejo grupo inglés de los setenta, sino la
           actualización de un mito por el que volverías a transmigrar en
           pájaro, en begonia,
en un guerrero de místicos sigilos para el momento en que la saliva
           supiera a amianto y a salmuera.
el hecho estriba en que tras ese mal diluvio de enanas blancas en 
          picada, 
no hay otra apostasía que la de una botella rota tirada entre los pastos,
           allí donde te pusiste a contemplar el mundo y las vigas del
           último edificio en pie.
supe que, entre mis costillas, los lobos se acunarían ante el radiólogo
          y sus placas;
supe que tú eras la rosa y el patíbulo en la anticipación de este edén
          apenas consagrado.
supe que tú y yo éramos el borde de las cosas que piden algún
          nombre en lengua de gigante.




De Celebriedad del fauno, 2011.












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