La imagen verdadera
Las piernas heladas, y una melodía que zumba, zumba, zumba.
Nadie toca la tapa del cielo, una luna perdida. Un maldito
olor que sale de entre las piernas de un durazno dormido en
la pileta de la cocina. En la casa el estío se eterniza, es la
hora de anclar. Pero el espacio es limitado y hay una incesante
negociación donde siempre se pierde. Bingo. Zumba. Bingo.
Zumba. Turbulento fluir del tiempo. Ramas cortadas, afuera,
secas y frías, como mis pies. Limpiar la estufa de cenizas,
limpiar la casa de camelias blancas, despejar el lugar para dar
cabida al cielo del otoño. Una manera de curarse, islas, donde
lo que sana se desnuda, y se cubre y protege de la lana ancha
del agua. Zumba. Se activa el sonido. Zumba. El obturador,
zumba. Y al cerrar los ojos, la fotografía caracolea un camino,
y a lo lejos se ve la mora y un patio donde poder encontrarse.
11.05.11
Sontag
En el breve atardecer, la noche desnace al hijo. La lluvia cae
salpicando las naranjas que aún no pude juntar. Hace frío en el
galpón de los sueños, y a ella le agrada la fotografía perfecta
del amor. Su nombre vibra lejos, como el negro cigarrillo que
seguro se consume entre sus dedos. Hay un humo que se
disipa junto al corte de luz involuntario. A oscuras, cierra los
ojos y, en el hueco que dejó mi corazón extirpado hace más de
seis años, ve nuestro atardecer mojado de jugos ilícitos.
24.05.11
Límites
En la vieja estación, a la hora de la bruma, pasa la soledad;
va, solita, sin brisa, viento ni tempestades, hacia los cuatro
extremos del mundo. Los sueños descansan en regresos y
puntos de partida. Quietos y sueltos en su larga noche.
31.08.11
De 33
papelitos y una mora horizontal, Libros de la Talita Dorada, 2012.
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