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Soledad del mar.
Alguien acecha detrás de los espejos:
mi Padre no tiene rostro en este exilio.
Estoy perdido en el último recodo del lenguaje. En ese vibrante
punto fijo. Ahí, donde estallan las formas, donde los nombres
ya no designan a las cosas.
Estoy perdido en el último recodo del lenguaje.
Y avanzo a tientas.
Sólo tengo esta piel y estas manos,
mis máscaras rituales.
Polvo y maquillaje. Viento y arena.
Las Voces me dijeron:
Hay que callar, atreverse al vacío y al desierto
Pero yo desando los Tiempos,
busco debajo aquello que es arriba.
Camino donde no puedo.
Me pierdo en lo Inaudible.
Escribo para aproximarme al color de lo que vibra. A ese Pulsar
de luz infinita. Escribo para acercarme al Sol de lo Real.
Hundo los dientes en la delicada superficie del poema.
Alguien tendrá que bajar o subir.
Diego Roel, Cuaderno del Desierto, Libros de Tierra Firme, 2007.
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