Un paracaidista se descuelga del último de mis cabellos
ni soñó ser Altazor ni el Uno ni el Cero de César
ni quiso gloria de muerte en poesía postrera
ni parió más que un verso lánguido
ni inflado en suntuosas palabras apresó la poesía
ni en sencillismos
ni en silencios
ni en la nada
la pudo
Cae amortajado en preludio de su muerte
el paracaidista cae
cae cuando la luna clava súbditas estrellas
a cada uno de sus costados
antes de su muerte cae
antes de su muerte acudirá al ritual de la entrega
la vida en cofrecillo de oro
un vaporoso y último aliento
brisa tórrida de lo que fue y no será
el amor inventado en burbuja de olvido
las pasiones truncadas en rutinas de funcionario
La noche sombría
exhumando angustias
toda
toda la noche sombría
poco cuesta la risa de un malvado
y tan lejos están los pies de la cabeza
que al cabo siempre se tocan
Cae
antes de lamerle los reversos a la vida
morir antes de morir
que
que morir antes de morir
que
que ni un paracaidista gusta en beber sus aguas
Vuelve sobre mis pasos de mosca
Vuelve sobre mis pasos de mosca
En la maceta una semilla ha explotado sin siquiera nacer
Vuelve sobre mi piel de víbora
Sin más abrigo que un cuero ajado por la dura intemperie
(el frío le ha pasmado el pecho)
Regresa a una casa de la cual no ha partido nunca
Besa a su madre y a su padre
Pide la llave de su celda
Vuelve a su vuelo de mosca y emprende hacia los jardines sofocados de ausencia
Al caer la noche el terror le desquicia el alma
Besa a su padre, besa a su madre
y a la llave de su celda
Jimena Néspolo, Incertezas, Buenos Aires, Simurg, 1999.
No hay comentarios:
Publicar un comentario